Me duele verlos
Me recuerdan cómo repetía «¿Por qué?» y creía que «Todo es cuestión de tiempo» es la frase más odiosa del mundo.
La encontré en mi calle y no sabía adónde iba. No sabía cómo había llegado hasta la puerta de mi casa, ni por qué llevaba una chaqueta en pleno agosto.
«Sí, llevo una chaqueta», me dijo viendo- sorprendida- su propio reflejo en un escaparate. Luego sonrió y añadió: «Pero es una chaqueta verde. Me pongo al sol y hago la fotosíntesis.»
Supe que no estaba loca. Seguía conservando su sentido de humor.
Yo la miraba y me encogía los hombros. Me duele ver la gente con el corazón roto.
Me recuerdan cómo, tras un engaño, pasaba semanas sin levantarme de la cama. Cómo todo mi «yo» detestaba este mundo. Ese cruel e injusto mundo que me golpeaba con una amable sonrisa. Cómo creía que jamás volvería a mirar a los ojos de otro ser humano. Cómo todo el cuerpo me hacía mucho daño: desde abrir los ojos hasta estirar el brazo. Cómo borraba las fotos y gritaba dando golpes a la pared.
Me recuerdan cómo repetía «¿Por qué?» y creía que «Todo es cuestión de tiempo» es la frase más odiosa del mundo. ¿Qué van a saber todos ellos cómo es sentirse vacía de ilusión y llena de odio?
Me recuerdan cómo veía mi pálida cara en el espejo del baño y no entendía por qué estaba allí. Cómo, semanas después, salía a la calle y paseaba lentamente porque si andaba más rápido, se me acababa el camino que me había propuesto, y no sabría qué más hacer.
Me recuerdan cómo me odiaba. Cómo no podía permitirme dejar de vivir por culpa de alguien y cómo dejaba de vivir, a pesar de todo.
Me recuerdan cuánto fumaba, cuánto bebía y qué poco me preocupaba el futuro. Cómo no sabía qué día era y en qué momento todo dejó de funcionar. Cómo me sentaba delante del ordenador para escribir y acababa escrutando todas las grietas de la pared. Cómo se acumulaban miles de facturas en mi buzón y no conseguía levantarme para recogerlas o- ¿de qué me hablas?- qué hacer con ellas.
Me recuerdan cómo releía sus mails sin asimilar que jamás volvería recibir ningún otro, porque «nosotros» desapareció con la llegada de Ella. Me recuerdan cómo no llegaba a averiguar en qué había fallado y qué es lo que me faltaba para seguir gustándole como antes.
Cómo imaginaba sus vidas juntos y cómo quería no despertarme nunca más.
Me recuerdan demasiado lo que es mirar para no ver y respirar para sentirme ahogada.
Pero también me recuerdan que nadie puede hacerme daño y que mis reacciones son una decisión mía.
La abracé y supe que iba a odiarme. Pero aún y así le dije:
- Todo es cuestión de tiempo.
Y me marché dejándola con sus decisiones.

Alena KH




La palabra “ex” me ha acompañado durante gran parte de mi vida. Soy la ex-soviética, la ex-esposa, la ex-bailarina.
y menos mal…
No tengo esa experiencia. He vivido la de estar así antes de una ruptura, mientras estiraba hasta la náusea una relación que por algún motivo no era capaz de acabar aunque llevara rota ya mucho tiempo. Es tomar la decisión lo que me cuesta, una vez tomada ya no miro atrás.
Y sí, tragedias reales excluidas, todo es cuestión de tiempo y de actitud y, cuando lo ves desde fuera, ves claro que el truco es aguantar tratando de mantenerte lo más distraído posible hasta que el tiempo haga su trabajo y no regodearte en la miseria, pero imagino que en el momento resulta difícil creérselo con el corazón aunque en el fondo tu cabeza eso lo sepa.
Lo he vivido y me desgarré durante meses.
http://yolandarawirez.com/la-decepcion/
Con el tiempo, (todo es cuestión de tiempo, vomitivo pero cierto), las cosas vuelven poco a poco a su sitio. No es rápido ni fácil, pero es así.
Qué sigas teniendo un buen día!!!